domingo, 3 de mayo de 2015

Querida mamá

Hoy escribo con el corazón abierto,
pero también con paz en el alma.
Hoy sacudo mis sentimientos
recordando a la madre que me falta.

Madre que me dio la vida,
aquella que se llevó mi alma,
madre que al verme a la deriva 
sus besos a mis sueños manda.

SCC


Querida mamá,

hoy te escribo después de mucho tiempo sin que podamos hablar, concretamente el tiempo que la vida nos ha negado, seis años ya. Me gustaría decirte y preguntarte tantas cosas que no sabría por dónde empezar, y lo que me deja más desconsolada es que sé que nunca más tendré la oportunidad de hacerlo; y aunque guías mis pasos con lo que aprendí de ti en mi camino como hija, quisiera que estuvieras a mi lado mientras avanzo como madre.

Te escribo a ti, y no de ti, por primera vez en esta nueva etapa de mi vida, y podría decirte que es para darte las gracias por todo lo que has hecho por mi, pero ese "todo" es muy ambiguo y siento que no es suficiente. Tuve muchos años para decirte cuánto te quiero, cuánto te necesito, y lo agradecida que estoy por todo lo que siempre has hecho por mi. Pero a veces tengo la sensación de que desperdicié todo ese tiempo. Ahora me doy cuenta, gracias a mi hija, de que tú ya lo sabías. Sabías que te necesitaría en cada etapa de mi vida, que querría compartir cada triunfo y cada fracaso con la mujer que me trajo al mundo, tú, que pasaste 24 horas de dolores de parto, que te enfrentaste a la sociedad siendo madre adolescente, que la retaste por partida doble siendo madre soltera, que me acunaste en noches largas, que me cantaste nanas para mi consuelo, que te privaste de alimentos, de ropa, de vida social, e incluso de sueño... ¡¡y de sueños!! solamente porque había otra prioridad en tu vida, y tu amor hacia mi era más grande que cualquier otra cosa que pudieras desear. Hoy también soy madre y ahora te entiendo.

En general nuestra vida no fue un camino de rosas. Tu enfermedad nos marcó a todos, a ti la primera, y alguna vez en mi soberbia te reproché el haberme traído al mundo, sin ser consciente de que darme la vida era el regalo más bonito que me podías dar. La oportunidad de vivir, de sentir, de amar. De crecer, de aprender, de experimentar y de ser madre, de conocer de primera mano todas esas sensaciones de altibajos que conlleva la maternidad, y de saber que no hay nada que pueda conmigo porque me he convertido en una leona que lucha por sus cachorros, como tú lo fuiste, tal como te vi hacer a ti.

Da igual si me diste biberón o leche materna, porque estoy segura de que recibí todo tu amor. Como niña con buenas dosis de genio se que tuve que poner tu mundo del revés, pero agradezco el tiempo que me dedicaste y la paciencia que seguro tuviste que desarrollar, agradezco todas esas horas de juegos juntas, y las lecturas de cuentos, las veces que nos sentamos a ver una película, los paseos que compartimos, las charlas que me educaron, y tus ejemplos vivos que me enseñaron a ser un poco mejor persona.

Hoy quiero que sepas, allá donde estés, que no hace falta que sea el día de la madre para recordarte con amor, para saber que eres la persona que más ha sacrificado por mi en su vida, para estar segura de que eres la mejor madre que me hubiera podido tocar. Quiero que sepas que hiciste muchas cosas bien, y aunque en otras te hayas podido equivocar yo nunca lo noté. Para mi eras Supermamá, que todo lo sabía, que todo lo podía... con la que nada iba a salir mal.

Ahora sé que tu camino no fue fácil, y que aprender a base de golpes es algo que hace una mamá, y por mucho que duelan nunca vas a desistir; porque tu voluntad es hacer siempre lo mejor, ya no para ti, sino para tus hijos. Y también sé que en ningún momento dudaste al anteponerme a cualquier otra decisión, si solo lo pensaste fue por cansancio, pero desde que te convertiste en madre dejaste de vivir únicamente para ti y tu corazón se dividió en pedacitos que anidaron en tus hijos. Es así como vives, a través de nosotros... Es así como me llega tu palpitar, tu alegría, tus ánimos, tu amor, tu guía... es lo que hace que te mantengas viva y sintamos, aunque no tu voz, tu aliento.

Te quiero mamá.


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