sábado, 23 de noviembre de 2013

Derechos constitucionales vs. redes sociales

Hace tiempo que no me siento a escribir, a pesar de que mentalmente casi a diario redacto una entrada. Siempre pienso en algo que contar y lo recreo en mi mente, a veces mientras me visto y me peino, otras mientras hago la comida o friego los platos, pero la realidad es que cuando me siento pocas ganas me quedan de ponerme a teclear, o directamente el cansancio me puede y la inventiva o la memoria se han esfumado, dejándome incapaz de poner en pie el texto al que previamente le había estado dando vueltas.


Pero hoy un sentimiento extraño me ha traído de nuevo a sentarme frente al ordenador, a tratar de poner en orden los pensamientos y sentimientos que me rondan por la cabeza. Para sentar una base contaré que desde que mi hija nació, más concretamente desde antes de nacer ya lo iba avisando, dejé claro que no quería ver fotos de ella en Facebook, que quería que su imagen fuese tratada con respeto ya que ella por ahora no podía decidir por sí misma, y mi tarea como madre es salvaguardar su derecho a la intimidad y a la propia imagen.

Hasta ahí todo normal, por ahora sus padres hemos conseguido más o menos nuestro objetivo, a excepción de un par de ocasiones en las que me han pedido permiso para colgar una foto, concretamente mi hermano y mi tío, y entonces siempre lo he consultado con mi marido. Una tercera vez fui yo misma quien subió una foto de ella, con motivo de mi cumpleaños, para señalar que el mejor regalo que había recibido era su sonrisa, y esa vez también fue previa consulta con su padre, ya que en todo lo referente a ella, si es posible el consenso, me gusta conseguirlo.

Tras hablar con varias mamis, he comprobado que ese celo con la imagen de mi hija no es desmesurado, ni siquiera exclusivo. Por ahora la mayoría me han dicho que no quieren ver fotos de sus hijos por Internet, que no les hace gracia que cualquiera pueda acceder a sus imágenes y que también se lo han avisado a sus amigos para que sean consecuentes.

Pero ya no sólo están Facebook o Tuenti... Algo que yo personalmente no contemplé cuando nació mi hija fue el alcance del Whatsapp. Por una parte pensé que las imágenes que yo enviase de mi niña por esta vía se quedarían exclusivamente en posesión de aquellos a los que había llegado. Es decir, amigos cercanos y familiares, principalmente aquellos a los que tantos kilómetros separan de ver crecer a mi niña. Es por eso que ahí no pusimos límites, dimos por hecho que a la persona a la que enviásemos la imagen la guardaría con tanto celo y cariño como lo harían sus padres, pero estábamos equivocados. El resultado ha sido que muchos la guardaban con cariño y la compartían con orgullo.

Y habrá algunos que piensen, si es que leen esta reflexión, que nosotros deberíamos estar contentos por ello, que nuestra pequeña es tan linda y simpática que invita a ser compartida. Pero como dice mi amiga Sandra, a la que he pedido su opinión y es madre desde hace tres meses, posiblemente muchos de ellos no sean padres. Entonces sentirían lo mismo que yo, y lo que yo misma no era capaz de entender cuando era mi padre el que ponía impedimentos en que otros me sacaran fotos cuando era pequeña, y eso que por entonces no había los medios de difusión que hay en la actualidad. En aquella época yo pensaba que exageraba, pero ahora le entiendo.

Nuestros amigos pensarán que soy una exagerada, pero cuando hay leyes que protegen el derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen, por algo será. Además, según he podido leer en un documento encontrado en Internet de Mª Isabel Serrano Maíllo, profesora en la Facultad de Ciencias de la Información de la Universidad Complutense de Madrid, la imagen de las personas está protegida constitucionalmente, a pesar de que no esté en juego la intimidad o el honor del afectado. Así, en lo que a imagen y leyes se refiere, cito: Partimos del hecho de que ni la Constitución ni la Ley dan una definición exacta de lo que debe entenderse por derecho a la propia imagen, por lo que la doctrina ha tenido que construir una definición a partir de la jurisprudencia constitucional y de lo que en laLO 1/82, de 5 de mayo, de Protección Civil del Derecho al Honor, a la Intimidad Personal y Familiar y a la Propia Imagen, se consideran intromisiones ilegítimas en este derecho. Dicho esto, puede decirse que el derecho a la propia imagen es el poder que tienen las personas para, por un lado, reproducir su imagen y, por otro, negarse a que la representación física de su persona sea utilizada por terceros sin su consentimiento (Carreras, 1996). Abarca no sólo el rostro, sino cualquier parte del cuerpo que haga identificable al sujeto, además de su voz y de su nombre. 

Y hasta que los menores tengan facultades para decidir sobre la reproducción y difusión de su propia imagen, es tarea de los padres hacer buen uso y guardar la custodia de la misma. Así que tras indagar un poco sobre lo que significa el derecho a la imagen, y desempolvar los recuerdos que tengo de las clases de Derecho de la Información de cuarto de Periodismo, es cuando me planteo que no debe ser ninguna barbaridad el sentimiento visceral que me ha llevado a escribir este tocho. Y que alguna justificación racional debe existir tras mi desasosiego al conocer que nuestros amigos, a veces incluso familiares, comparten la foto de nuestra hija que con tanta confianza les ha sido entregada.

Recapitulando, todo esto venía a que ayer tuvimos una reunión en casa con un grupo de amigos. Como cada vez que nos reunimos, algún que otro móvil con cámara fue usado para hacer fotos a mi hija, pero no contentos, en el momento en que les enseñamos lo bien que se lo pasa en su saltador, el salón de mi casa se convirtió en un circo, casi todos los presentes móvil en mano tratando de captar la mejor instantánea. Ante semejante espectáculo, no fui capaz más que de pedir que nos hicieran llegar las fotos a los padres.

Sobre el hecho de que se pasen fotos por Whatsapp he intentado hacer de tripas corazón y ponerme en el lugar de estos que no hacen honor a la empatía y aunque hayan respetado el "no a las fotos en Facebook" no entienden el por qué de la negativa. Así que hasta ahora he usado la táctica de "ojos que no ven corazón que no siente", aunque a mi corazoncito le van saliendo grietas cada vez que me entero de que una foto de mi niña ha sido compartida, pero por no molestar, por no liarla... termino cerrando la boca y nunca me he pronunciado al respecto. Pero hoy la gota colmó el vaso.

Después de 24 horas en las que ninguna foto de nuestra hija nos ha sido enviada, mi marido decidió dejar un mensaje en el chat de grupo que tenemos con nuestros amigos que decía así:

"Gracias a todos por compartir las fotos de ayer de la niña con nosotros :)  La próxima vez a cinco pavos, mamones. Voy a empezar como la Pantoja."

Un mensaje que aunque con un tono chistoso, reclamaba algo que habíamos pedido el día anterior, algo que no creemos que sea exagerado y que, yendo más lejos, estamos en el derecho de reclamar ya que hasta que mi hija sea capaz de decir lo contrario, es potestad de sus padres limitar su reproducción y difusión. Pero ya no sólo hemos encontrado silencio, sino una contestación desafortunada; y digo desafortunada porque por parte del autor de la misma, hasta el momento no he encontrado indicios de que airee las fotos de la niña, ni con nuestro consentimiento ni sin él. El mensaje así rezaba:

"Haber sacado tu móvil"

¿Qué padre o madre no se revuelve ante esto? Porque de mi ha sacado lo peor, una contestación borde que nacía desde las entrañas y de la acumulación de mordeduras de lengua, harta de no conseguir las fotos de mi hija a excepción de que yo las pida, y en este caso me estaban siendo negadas, posiblemente en broma, pero como decía antes... fue la gota que colmó el vaso y confieso que mi reacción fue acalorada y carecía de reflexión, aunque eso sí, contaba con la aprobación de mi pareja. 

Como dice mi padre, en estos tiempos que corren en los que todo el mundo tiene cámaras en el móvil, la gente hace fotos alegremente sin pensar en quién es fotografiado y con las redes sociales llega un momento en que el control de las imágenes se hace muy complicado; también se ha naturalizado algo para lo que antes se pedía permiso, tomar fotos de gente anónima, teniendo especial cuidado si estos eran niños. 

Es entonces cuando me he puesto a buscar información por internet sobre derechos del menor, ley de protección de datos de carácter personal, a preguntar a otras madres sobre cómo se sienten ante el hecho de que la imagen de sus hijos sea compartida en redes sociales, y al respecto de que además sea sin permiso, su opinión sobre la difusión mediante Whatsapp y si logran controlarlo... y por el momento todas las ideas han convergido en la misma: No queremos que las fotos de nuestros hijos sean públicas o compartidas a terceros, otros a los que muchas veces ni siquiera conocemos.

Respetamos y entendemos que haya gente que sí acepte gustosa y de buena gana la toma de fotos y reproducción de la imagen de sus hijos en el ciberespacio, personalmente incluso respeto a aquellos que de la noche a la mañana cambian de opinión porque es muy tentador mostrar a tus hijos cuando estás tan sumamente orgulloso de ellos, pero suplico que recíprocamente se acate nuestra forma de pensar con respecto a la imagen de nuestra hija. 

Espero que a partir de ahora este tema quede un poco más claro, porque también asumo que es mía parte de la culpa de que me sienta algo violenta y ciertamente expuesta al saber que rondan fotos de mi hija en dispositivos móviles cuyos dueños desconozco, ya que debía haber sacado tarjeta roja antes, como dice el refrán, y no andarme con chiquitas. Y si he aprendido algo en estos último cuatro meses es que ser madre también significa pelearte con todo el mundo por la educación y el bienestar de tus hijos, eso o estar a disgusto y morderte la lengua. 

4 comentarios:

  1. Muy bien escrito si señora!! Me ha encantado descubrir tu blogg no lo conocía y ya soy seguidora!!. Me encanta como escribes. Respecto a este tema pienso que hay que respetar a los niños... y respetar la voluntad de los padres... aunque sabes que no lo comparto, por mucho motivos, pero ahí está la libertad de cada uno. Su derecho a decidir y a ser respetado en su decisión!! Bss y te animo a seguir escribiendo y a compartirlo

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    1. Muchas gracias, como tú dices de eso se trata, de respetar la voluntad de cada padre; quien decide subir fotos también debe ser respetado y no por ello criticado, porque es su derecho. Pero este post va un poco más allá de publicar fotos en Facebook, el problema que tenemos es que hay quien difunde fotos entre sus familiares y/o amigos sin que nosotros sepamos realmente el final, en qué manos terminan, y que haya algunas fotos que ni siquiera nos llegan, desconociendo qué es lo que circula por ahí. Porque aunque parezca una locura, ya hemos constatado que se termina haciendo una cadena de las imágenes de la niña... No es ni será la única, si no que le pregunten a los padres del niño que protagonizó el video del guantazo a la hermana recién nacida, que están metidos en pleitos...

      Gracias de nuevo por tus ánimos con el blog, aunque seguramente todo lo que encuentres por aquí ya lo hayas pensado o pasado tú, jejeje. Se aceptan sugerencia de temas para escribir ;) besos

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  2. Muy de acuerdo con tu opinión. Yo también soy madre y muchas veces me muerdo la lengua por no "incomodar" a las personas, pero cuando se trata de la imagen de un bebé debería estar más que claro que los únicos que deberían decidir donde y cuando se difunden las imagenes de un bebé son sus propios padres.
    El tema de whatsapp es muy complicado, viviendo lejos de casa no es poca la gente que te pide fotos para ver lo que por la distancia se están perdiendo y desgraciadamente nunca sabes si esa foto se quedará guardada en el movil de esa persona o si por el contrario decidirá mandarsela a otras. En mi caso me resuelta violento "aclarar" que no me gustaría que la foto diera muchas vueltas ya que yo se las mando únicamente a las personas que quiero que las tengan y nada mas ya que supongo que es algo de sentido común, pero en el momento en que las mando no puedo evitar pensar que pierdo el control sobre ellas.
    Ya no es sólo el temor de que la imagen acabe en una web o en posición de algún desconocido sino que quiero el derecho de decidir quien tiene las fotos y quien no.

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  3. Querida Susana,

    No puedo estar más de acuerdo con vosotros. Hace tiempo recibí muchísimas críticas por no colgar fotos de mis niños en facebook y cual fue mi sorpresa que "otros" compartieron algunas fotos y aparecen en la red. Pero al final, te das cuenta de que no puedes controlar a todo el mundo... así que parece que es una lucha contra todos. en fin, paciencia... Muchos besos a los tres. Ángel.

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